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jueves, 28 de abril de 2011

Literatura para todos: Google

Literatura para todos: Google: "Google"


UN PERSONAJE INOLVIDABLE


Me relacioné con Mario Duran, cuando ingrese como Practicante Menor al Servicio de Guardia del Hospital Córdoba:"Allá lejos y hace tiempo" cuyo jefe era el Profesor Don Carlos Sosa Gallardo, extraordinario ser humano y docente. Mario era oriundo de Villa Dolores y a través de toda su azarosa vida no perdió nunca la tonada característica de Traslasierras, ni aún cuando hablaba en francés
Era uno de los tres cirujanos de la guardias de los días martes y gozaba de gran consideración entre sus colegas, a pesar de su juventud (30 años aproximadamente), por su innegable habilidad quirúrgica, adquirida en horas de trabajo en anatomía y en cirugía experimental.
Simpático, bonachón, carismático, tenía una gran ascendencia sobre los practicantes y médicos recién recibidos, que lo rodeaban constantemente, deleitandose con sus innumerables anécdotas y relatos sobre la medicina y la vida.Todos aprendimos de él: a palpar un abdomen, a hacer una curación adecuada, a suturar con prolijidad, intubar, perder el temor ante la emergencia, a dar los primeros pasos en una guardia, en la cual había mucho trabajo.Aquellos que se inclinaron por la cirugía tuvieron en él a su primer maestro que los fue llevando de la mano dentro del quirófano, y quienes con el correr de los años fueron excelentes cirujanos, que jamás lo olvidaron y lo tuvieron siempre como a un referente.
Mario amaba la medicina y la pintura con igual pasión, fue sin duda, un muy buen pintor.Recuerdo que en la calle Sarmiento, muy cerca del Hospital Italiano, había alquilado una buhardilla donde solía encerrarse a pintar,los fines de semana, acompañado solamente por el mate, que tomaba por litros.
Tuvo una clínica propia en  el barrio de Villa Cabrera (Octavio Pinto y Caraffa) lugar de mi primer trabajo rentado como médico y donde él trajo, por cesárea, a mi primer hijo al mundo.
En los primeros años de la década del setenta se separo de su esposa y se fue a vivir a París, abandonando la medicina y dedicándose solamente a la pintura. Vivió en Montmartre compartiendo su vida con otros bohemios del arte y donde llegó a ser clásica su figura: sentado en una vereda o una plazoleta pintando, acompañado de su inseparable mate.Antes de su partida para Europa había recibido el Primer Premio y medalla de oro de la Sociedad de Cirugía y Gastroenterología de París por sus trabajos experimentales en cirugía de las vías biliares.Era la primera vez que ese premio se otorgaba a un latinoamericano.
Creyó que su verdad estaba en el arte, en la pintura y a ella se entregó con el mismo entusiasmo con que hacia todo, pero la vida le tenía reservado otro destino mucho más importante: el poder salvar vidas en un mundo en guerra.
Al poco tiempo de haber llegado a París se puso en contacto con los integrantes de la recién fundada organización "Médicos sin Fronteras" y fue co- fundador de "Medicos del Mundo".
Aproximadamente, dos años después de haber iniciado su aventura de artista bohemio, fue llamado a colaborar por "Médicos sin Fronteras" que necesitaba de su experiencia de gran cirujano.
Y así partió, Mario, hacia su destino de ciudadano del mundo y de médico de cuanta guerra azolaba el planeta: Líbano,Angola, Camboya, Viet Nam, Tailandia, Afganistán ( donde estuvo mucho tiempo viviendo y vistiendo como un afgano) lo vieron transitar sus selvas y desiertos.Paso años, en su recorrida por esos países,operando sin descanso, todo tipo de heridas de guerra, en las condiciones más precarias que puedan imaginarse y dándose tiempo también, para traer niños al mundo.En las pocas y cortas temporadas, que obtenía de descanso se encerraba en su departamento de Páris a pintar de manera compulsiva para poder lavar su mente y su alma de tanto dolor. Vivía cerca de Horacio Seguí, con quien hizo una sincera amistad.
Su descollante actividad fue premiada con la designación de  Miembro de Honor tanto en "Médico sin Fronteras" como en "Médicos del Mundo" .
Cansado y enfermo, después de treinta años de haber partido, volvió para vivir su tiempo de remanso en Villa Dolores, lugar donde recibió el merecido homenaje de su pueblo, autoridades locales y provinciales, consientes de los enormes méritos de este humilde médico que fue un servidor infatigable de los que sufrían el horror del odio y los bombardeos.
Falleció el 26 de junio de 2007.Sus restos descansan en el cementerio de las Tapias, al pie de las Sierras Grandes, cumpliendo con su deseo.
Mario Duran fue uno de esos seres privilegiados que dejan una huella imborrable, en cada lugar de la tierra que pisan.

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