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lunes, 26 de diciembre de 2011

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'via Blog this'LA CASA DE LA CALLE BEDOYA


Hermosa y amplia casona de estilo italiano, situada en el corazón del tradicional barrio de Alta Córdoba.: grandes ventanales, columnas de estilo jónico en la entrada principal, terraza con balustrada de piedra natural y un bien cuidado parque donde predominaban los pinos, le daban un aspecto señorial. Después de cruzar la alta verja y transitar un camino de lajas se llegaba al edificio al cual se accedía subiendo una escalera de seis escalones de mármol. Una pequeña y bella galería de estilo toscano separaba la escalinata de la puerta de entrada a la sala principal. Este espacioso salón presentaba un aspecto realmente lúgubre: pesados cortinados, de un tono azul sombrío, casi fúnebre, cubrían las tres ventanas, permitiendo muy poco el ingreso de la luz del día; piso alfombrado de color gris; muebles de estilo, elegantes, de tinte caoba oscuro. Del centro del salón colgaba una araña de bronce de nueve brazos con pequeñas lámparas ovales. La iluminación se completaba con apliques también de bronce en cada ángulo de la sala. De las paredes pendían cuadros surrealistas de colores intensos. Ocupaba un lugar destacado entre ellos “El grito” de Munch , que bañado por la luz de las pequeñas bombillas tornaba más trágico aún su alarido de desesperación existencial. En dos de sus esquinas, enfrentados en forma diagonal, sobre pequeñas mesas de mármol, descansaban grandes jarrones con figuras egipcias dispuestas en círculos, en las que predominaba el dios Anubis. Sobre la pared oeste de la sala, se abría una puerta de doble hoja, bajo una arcada de madera del mismo tono de los muebles, que permanecía siempre cerrada con llave. La casa contaba con dependencias de servicios en la planta baja, tres dormitorios, un escritorio y dos baños en la planta alta, sótano en el subsuelo y un espacioso garaje. Al fondo del parque se levantaba un cobertizo donde se guardaban elementos en desuso y herramientas de jardinería.
La casa había sido construida en la década del cuarenta por una familia italiana de muy buena posición económica. Muchos años después, a la muerte de sus padres, lo hijos la vendieron. Fue adquirida por una ciudadana alemana, Gretches Berg, viuda de un oficial del Admiral Graf Spee, el acorazado alemán, hundido en aguas del Río de la Plata en diciembre de 1939. Gretches de ochenta años, alta, delgada, de buen porte, ojos celestes clarisísimos y fríos, labios muy finos, pómulos salientes, nariz recta y delgada, que daban a su rostro un aspecto firme no exento de cierta crueldad; no tenía casi relación con sus vecinos, a los cuales siempre que podía, evitaba o se limitaba a un lacónico saludo. Vivía sola, su única compañía era una pareja de negros dobemann de aspecto feroz, que ladraban al unísono cuando veían algún desconocido parado frente a la verja. Los vendedores ambulantes ni se acercaban y los proveedores lo hacían con mucho respeto, con la tranquilidad de saber que los perros obedecían ciegamente a su dueña.
Tenía dos empleadas domesticas y un jardinero que se retiraban en cuanto terminaban sus tareas. A partir de las dieciséis horas Gretches quedaba sola en su casa. Muy rara vez se la veía en el jardín o caminando por el barrio. Su aire altivo había logrado que sus vecinos la ignoraran. Dos o tres veces en el mes llegaba gente a visitarla que pasaba largas horas con ella. Se decía que la alemana era muy aficionada a las cartas y más de uno afirmaba que allí funcionaba una “timba” encubierta.
Para Natalia era un gran día. Había conseguido un trabajo dentro de lo suyo, en un momento difícil para su economía. Estaba cursando el cuarto año en la Facultad de Lenguas, en las carreras de profesorado y traductorado de alemán, y el dinero que le enviaban sus padres desde Morteros, ya no era suficiente para poder seguir viviendo en Córdoba, a pesar de ser muy ahorrativa y medirse en sus gastos, aún en los esenciales. Había dejado sus antecedentes en una agencia de empleos y ayer le habían llamado para comunicarle que una señora alemana necesitaba una persona joven y culta que hablara correctamente el alemán para ordenar cartas y documentos de su esposo que había combatido en la Segunda Guerra Mundial. La propuesta le había parecido estupenda y esa mañana viajaba llena de optimismo hacia la casa de la calle Bedoya donde tenía que arreglar con la señora: sueldo, horarios y días de trabajo. Cuando llegó a destino, el jardinero estaba trabajando, por lo que los dobermann estaban encadenados, escuchándose sus roncos ladridos desde el fondo del parque.
Frau Grethes la recibió con fría cordialidad. Desde el primer momento comenzó a hablarle en alemán y a observarla atentamente, con poco disimulo. La condujo a la sala principal, que produjo una fea impresión en Natalia,donde le sirvió una taza de té. Le explicó que su marido había sido el capitán de fragata Karl Steinhoff quien había tenido el inmenso honor de combatir a bordo del Graf Spee a las órdenes de un verdadero héroe como lo fue el capitán Hans Langsdorff, quien se había suicidado después de poner a salvo a sus hombres en Buenos Aires. Steinhoff luego de un corto período de internación militar en la zona de Calamuchita, consiguió huir a Alemania, donde se reincorporó a la marina siendo destinado a la fuerza de submarinos comandada por Dönitz. Varios años después de finalizada la guerra había regresado a La Argentina, donde la conoció a ella, que era una adolescente, fanática nazi, que había llegado hacía poco tiempo con sus padres procedentes de Hamburgo.
Su marido, fallecido hacía varios años, prosiguió Gretches, había guardado gran cantidad de documentos, apuntes y cartas en una vieja valija que quería ordenar, para tratar de editar un libro, que diera a conocer al mundo el heroísmo y las glorias de la marina alemana del Tercer Reich, lo cual expresaba con indisimulado orgullo. Varias veces durante la conversación, que transcurrió siempre en alemán, la señora le corrigió la pronunciación, Natalia agradecía con una leve inclinación de cabeza. Una vez acordadas las condiciones laborales, subieron a la planta alta donde Frau Gretches le mostró el escritorio donde trabajaría y un dormitorio que estaría destinado para ella por si en alguna oportunidad tenía que quedarse a pernoctar allí. Como ya estaban a fin de semana, el lunes comenzarían sus tareas.
Natalia estaba disgustada consigo misma: obtenía un buen sueldo, trabajando en lo que sería su profesión, con una mujer que vivía sola y que además le ayudaría a perfeccionar su alemán. Tendría que estar saltando en un pie de contenta… y no lo estaba ¿Por qué?, sin duda se debía al aspecto tétrico de la casa y de su dueña, que evidentemente le habían causado miedo. Naty como la llamaban sus amigos era bonita, simpática y alegre, pero esa casa en semi penumbras, con sus feroces cancerberos, le había apagado su proverbial buen humor. Sería cuestión de acostumbrarse.
Había transcurrido más de una semana desde que comenzara a concurrir a la casa de la calle Bedoya y también había recibido, de acuerdo a lo pactado, su primera paga semanal. En las horas de su trabajo (de quince a veinte horas, de lunes a viernes) prácticamente no se movía del escritorio. A media tarde la señora le subía una bandeja con lo necesario para tomar un té con algunas masitas. Muy rara vez la invitaba a bajar. Cuando tenía alguna duda, ella debía llamar a Gretches desde la planta alta. Por suerte para ella, pues no le agradaba la sala principal, siempre con escasa luz y esos horribles cuadros de fuertes colores, que parecían llamaradas del infierno, cielos tormentosos u hondos abismos, y donde “El grito”:«Esa terrible famosa pintura», se destacaba entre todos ellos. La “galería” de la dueña de casa le erizaba la piel. Era mejor permanecer arriba.
El trabajo no era sencillo: el material de la valija del capitán Karl Steinhoff se componía de cartas de sus familiares durante la guerra, (en esa época no conocía a su esposa, que además, en aquellos años era aún, una niña), cuadernos con reflexiones ideológicas y filosóficas que demostraban que era un nazi convencido, muy bien adoctrinado, fanático y perverso ( como lo fueron todos sin distinción alguna), apuntes y comentarios sobre las acciones bélicas en que había participado, fundamentalmente en la guerra submarina con las famosas “manada de lobos” del almirante Dönitz, que causaron estragos en los mercantes que navegaban el Atlántico y el Mar del Norte. Su letra no era clara y el tiempo había dejado una huella indeleble sobre la vieja tinta, en papeles mal conservados.
Una gris tarde de principios de octubre, después de llamar durante un buen rato a la señora, sin recibir respuesta, decidió bajar. Al llegar a la planta baja pudo ver a través de la puerta entreabierta que conversaba muy animadamente, es más aún, parecía discutir con un hombre alto y delgado, muy elegantemente vestido, pero su sorpresa fue total, cuando al decidir regresar a su escritorio vio que estaba abierta una de las hojas de la doble puerta, de la sala prohibida, aquella que siempre permanecía cerrada con llave. La curiosidad superó al miedo y entró. La sala era espaciosa con largos bancos dispuestos como en una capilla; una especie de altar cubierto por un manto negro, delante del mismo un atril con un voluminoso libro que parecía una biblia; sobre el altar se veía un gran círculo de hierro con dos triángulos entrecruzados las cortinas eran negras, con dibujos de serpientes o dragones, bordadas con hilos dorados; en cada esquina de la sala de veían altos candelabros con largas velas de color rojo brillante, que parecían, por la parafina que había corrido sobre ellas al estar encendidas, una herida abierta goteando sangre sobre el candelero. No pudo ver más. Con el corazón a punto de estallarle vio a Gretches a pocos pasos de la puerta de entrada. Natalia sintió que sus manos totalmente húmedas temblaban; el sudor corría por su frente y sentía un intenso deseo de orinar. Estaba perdida. En ese momento se produjo el milagro: un llamado del jardinero detuvo en la pequeña galería previa a la entrada, a la dueña de casa. Era ahora o nunca, sacando fuerzas de donde no tenía se quitó los zapatos y corrió escaleras arriba. Entró al baño, orinó y se mojó la cara y el cuello. Se sentó en su escritorio no pudiendo controlar su respiración que era jadeante. Cinco minutos después entró la frau que la miró extrañada, de una manera inquisidora
─ ¿Qué te pasa Natalia? ─preguntó de manera imperativa.
─Nada grave, señora, creo que estoy por pecarme una gripe. Afortunadamente mañana es sábado, me podré quedar todo el día en cama.
─Espero que el lunes estés en condiciones de trabajar, Natalia─ dijo mirándola fijamente con sus fríos ojos celestes que se habían tornado gélidos─ Puedes retirarte ahora, si lo deseas.
─ Gracia, frau Gretchen, creo que será lo mejor.
Natalia durmió muy poco esa noche, tenía pesadillas que la atormentaban ¿Qué era todo aquello? ¿Donde se había metido? ¿Debía volver o renunciar? Un pensamiento la tranquilizó. A primera hora llamaría a su amigo Santiago Vásquez, periodista que había egresado hacía un par de años de la universidad. Joven, audaz y talentoso con un “olfato” especial para los trabajos de investigación, y que había realizado un excelente trabajo de investigación sobre las sectas en Córdoba.
─ Hola, ¿Santiago?
─ Sí, quien habla
─ Natalia, Santy
─ ¿Qué pasa?, ¿estás enferma que llamas a esta hora? Son las siete de la mañana, de un día sábado, muñeca.
─ No, Santiago, no estoy enferma, pero puedo estarlo si no me ayudan. Necesito hablar con vos a la brevedad posible. Por favor, es importante.
─ Bueno, Naty, tranquila, me levanto de inmediato y voy a tu casa.
Una hora y media después, Santiago estaba en la puerta del departamento, con un paquete de “criollitos” en la mano.
Entre mate y mate, Natalia fue contando todo lo visto y vivido en la casa de la calle Bedoya.
─Natalia, tu sabes que yo hice para la facultad, un trabajo sobre las sectas en nuestra ciudad. Me entusiasmó el tema y profundice en el, por lo cual puedo asegurarte que esa casa sirve de templo a una congregación satánica. Hay muchos elementos que así lo indican: los cuadros, la estrella de cinco puntas dentro del círculo, a la cual denominan “pentagrama” los triángulos entrecruzados que seguramente deben formar nueve ángulos, el color negro prevaleciente, las velas de color rojo sangre, el dios Anubis como figura dominante en los jarrones con figuras egipcias, a quien denominaban: “ El señor de las necrópolis” o “Dios de la muerte” Todo esto forma parte de la liturgia demoníaca y de las ceremonias de iniciación de nuevos adeptos al culto a Satanas.El libro que viste sobre el atril seguramente debe ser la Biblia Satánica, escrita en 1969 por un norteamericano, Antón La Vey, y es el libro sagrado de la Iglesia de Satán.
Natalia lo miraba con los ojos muy abiertos. Estaba pálida y un leve temblor recorría su cuerpo.
─ Tengo miedo, Santiago, tengo miedo.
─ Tienes razón de tenerlo, porque estas metida en un verdadero aprieto. Ahora no puedes renunciar e irte. Estoy seguro que la vieja tiene muy fuertes sospechas de que has profanado su “templo” y si desapareces se los vas a confirmar y pueden tomar represalias contra ti.
─ ¿Una denuncia a la policía?
─No funciona. Los fiscales evitan meterse con las sectas, porque tienen muy buenos abogados y casi siempre las denuncias terminan en vía muerta. En las ceremonias de iniciación suelen drogarse. Si se encontraran drogas que excedan el uso personal, podría ser motivo para un allanamiento. Mirá, Naty, tienes que tranquilizarte. A partir de ahora estaré a tu lado en esto. Voy a buscar todo tipo de información, tanto periodística, histórica, como judicial y trazaré estrategias a seguir que consensuaremos, por supuesto. Continúa con tu trabajo como si nada hubiera pasado es la mejor manera de protegerte a ti misma. Mantené tú celular siempre a mano. Nos enviaremos mensajes de texto en forma periódica, comunicando cualquier novedad, y nos reuniremos a conversar personalmente todos los días si es necesario. Además de esa manera me hago la ilusión de que soy tu novio.
Natalia premio el cumplido con una dulce sonrisa y una aprobación en su mirada
El trabajo se reanudó en la casona de Alta córdoba como si nada hubiese sucedido.Gretchel observaba a Natalia con atención y al no notar ningún cambio en su actitud se fue distendiendo. Natalia por su parte hacia un gran esfuerzo, físico y mental por fingir estar tranquila y despreocupada.
En los últimos días había notado un movimiento poco frecuente en la casa. Visitantes de ambos sexos que permanecían largos ratos conversando, generalmente lo hacían en la pequeña galería de entrada y las menos en la sala principal. Siempre se hablaba en tono muy discreto, sin duda para evitar que Natalia pudiese escuchar algo desde el piso superior.
Esa noche, Natalia, recibió la visita de Santiago Vásquez en su departamento. Esta vez traía un paquete de sándwiches en las manos.
─ Naty, tenemos mucho que conversar─ dijo besándola en la mejilla─ Mis averiguaciones me llevan a pensar que esta es una secta diabólica, que actúa en la clandestinidad y que deriva de la “iglesia” que dirige Karla La Vey, hija de Antón, como recordaras el autor de la Biblia Satánica, que falleció hace algunos años, y que tendría su sede actual en San Francisco, California, antes estaban en New York. Son gente muy peligrosa. Hay fuerte presunciones de algunas muertes rituales, lo que permitiría si obtenemos algunas pruebas una acción judicial importante. Natalia, creo que están preparando un ritual de iniciación. Yo debo entrar a la casa, tomar fotografías, conocer el terreno, para ver la manera de filmar una ceremonia importante.
─Santiago, ¡vos estás loco!.Todo está bajo llaves y esos dos perros horribles te destrozarían apena transpusieras la verja.
─Todo está pensado, mi amor. Sé como neutralizar los perros sin causarle daño y tengo un “socio” que hace poco salió de la cárcel, donde estuvo, por su extraordinaria habilidad para abrir puertas. Lo haríamos el día sábado, a las diez de la noche. Sabemos por una de sus empleadas domesticas que con puntualidad germánica, todos los días a esa hora toma un prolongado baño de inmersión antes de acostarse.
─ ¿Cómo te enteraste?
─ Un mínimo trabajo de inteligencia, Naty
El sábado a las nueve cincuenta de la noche, Vásquez y su “socio” Manuel estaban parados frente a la verja. Kurt y Erika salieron disparados desde el cobertizo del fondo ladrando con todas sus fuerzas, y mostrando sus dientes. Cuando pusieron sus hocicos entre las rejas, Santiago les disparó el aerosol anestésico que había conseguido. Poco a poco se fueron calmando hasta dormirse. Los acomodaron como si estuvieran mirando hacia la calle y abrieron rápidamente el portón. Sabían que el efecto duraría treinta minutos. Tenían que apurarse. Pudieron ver que en la planta alta se había encendido la luz del baño: eran las diez en punto de la noche. Manuel abrió rápidamente la puerta de entrada. Santiago tomó varias fotos de la sala principal. Luego se dirigieron al “templo” de la secta, donde a pesar de tener dos cerraduras, Manuel, demostró su profesionalidad. Quedaron asombrados del aspecto lúgubre y macabro del lugar. Habían pasado diez minutos desde que entraron y arriba todo se mantenía en calma. Querían aprovechar hasta el último minuto. Exploraron la planta baja y en la cocina encontraron la puerta de entrada al sótano, también cerrada con doble cerradura, en un minuto estuvieron adentro y nuevamente el asombro se adueño de ellos: era una especie de templete con ornamentación demoníaca similar al de la planta baja. De una de las paredes pendía un gran cuadro del Führer con el brazo extendido en el tradicional saludo nazi. Un ataúd con tapa de vidrio ocupaba el centro del recinto: dentro del mismo: un cadáver embalsamado. Manuel rogaba que salieran de una vez, se sentía mal: había robado en muchas partes, pero nunca había estado en la casa del diablo. Santiago alumbró el rostro del cadáver y una mueca de incredulidad trasformo sus facciones: estaba viendo la cara del Dr. González Malliveni, abogado y político desaparecido hace cinco años. Su ausencia imprevista causó un gran revuelo en todo el ámbito político y judicial, y pese a los esfuerzos de la policía nunca se pudieron encontrar rastros de él… y estaba allí, embalsamado ¿Por qué? ¿Qué significado tenía su cuerpo en ese lugar?
Sobre unos estantes había cajas llenas con pequeños paquete de cocaína en dosis listas para el consumo y otras con comprimidos y capsulas que seguramente serian anfetaminas y acido LSD. Fotografió todo, era suficiente, no hacía falta de ver más. Salieron rápidamente.los perros comenzaban a despertarse. Arriba, se había apagado la luz del baño.
Natalia estaba desesperada. La angustia corroía sus entrañas. Caminaba sin cesar dentro de su pequeño departamento. Temía verdaderamente por la integridad física de Santiago. Cuando sonó el teléfono celular se abalanzó sobre el. Escuchó, como en sueños su voz diciéndole que en un rato estaría con ella, y se arrodilló para agradecer al cielo y a su madre que nada le hubiera pasado. Al rato sonó el timbre del portero eléctrico y un piropo voló a través del mismo. Lo esperó en la puerta del ascensor y se estrecharon en un fuerte y prolongado abrazo. Esta vez el largo beso, mojado por las lágrimas de Natalia, no fue en la mejilla.
Santiago relató con lujos de detalles lo que había visto en la casa de Gretches. Su enorme sorpresa al encontrar el cadáver embalsamado del abogado desaparecido hacia cinco años, la considerable cantidad de droga que se guardaba.
─ La frau está perdida. Hay pruebas para mandarla a ella y a varios de sus secuaces una larga temporada a la cárcel. Hubo dos cosa que me llamaron la atención con respecto a la seguridad de la casa: primero la falta de un sistema de alarma, seguramente esta mujer confía demasiado en sus perros, y ya has visto con qué facilidad los neutralizamos. «Nadie debe confiar totalmente en nada». Segundo que no hubiese cámaras filmadoras en un lugar de ese tipo, y recién, hace apenas un rato vino a mi mente la respuesta: ninguno de los que allí concurre, quisiera ni en sueños ser filmado. Lo tendrían en un puño. Estas carencias facilitaron mucho nuestra tarea.
─ ¿Qué piensas hacer?
─ Llevar el material fotográfico que tengo al fiscal que todavía tiene en sus manos el caso González Manivelli, que seguramente me lo va a gradecer como maná llovido del cielo. En mi opinión antes proceder hay que esperar con paciencia. De lo que estoy seguro, por los indicios que tengo, es que muy pronto habrá una ceremonia de iniciación y allí estará la oportunidad de poder tomar a toda la secta y desbaratarla. Inclusive la fiscalía puede solicitar informes al FBI dado que la “casa matriz” de esta hermandad estaría en Estados Unidos.
─ Y mientras tanto, ¿yo que hago, Santiago?
─ Seguir en tu trabajo, pequeña, para que no haya un cambio de planes y capturarlos a todos. Va a ser la única forma en que esta pesadilla termine y puedas estar verdaderamente segura. No temas mi amor. El trabajo que hicimos esta noche con Manuel ha sido perfecto. La frau no se ha dado ni por enterada. Sin duda después de mi conversación con el fiscal, la policía va a montar una discreta vigilancia sobre la casa. Te vas a sentir más segura.
El lunes a la hora acostumbrada, Natalia llegó a cumplir con su tarea. Estaba tratando de concentrarse en unos documentos, cuando escuchó los pasos de Gretches subiendo la escalera. Sintió que una mano de hielo le recorría la espalda. Tuvo el deseo de salir corriendo y no regresar jamás a esa casa maldita. Consiguió serenarse con un gran esfuerzo
─ Guten Morgen, Natalia.
─ Guten Morgen, frau Gretches
A partir de allí la conversación continuó en alemán.
─ Natalia, quiero pedirle que trate de apurar el trabajo que está haciendo con la documentación de mi marido. Estoy ansiosa de entregar toda esta papelería bien ordenada a un escritor de mi amistad, que resaltará la actuación de Karl durante la guerra y también, como ya le dije anteriormente, las glorias de la Kriegsmarine del Tercer Reich. Si es necesario que trabaje más horas: hágalo. Pagaré bien su esfuerzo. Sabe que hay un dormitorio dispuesto para usted, por si decide alguna noche quedarse a pernoctar aquí.
Natalia, creyó ver un brillo malévolo en los ojos de su empleadora.
─El fiscal quedo estupefacto cuando vio el material que le había llevado y encontrarse con el desaparecido González Malliveni: no podía creerlo─ dijo, Santiago─ Coincide conmigo en esperar una oportunidad para hacer una verdadera redada.
El ofrecimiento de que te quedes a dormir lo huelo a trampa. Por supuesto no te quedaras por ningún motivo, más aún, le dirás que por la inseguridad reinante en las calles tu novio te ira a esperar todos los día a la salida. Una buena noticia: Inteligencia de la policía ya comenzó con una vigilancia constate de la casa. Se ha intervenido la línea telefónica y hay un control de la telefonía celular. Como veras, Naty, se ha tratado de no dejar nada librado al azar.
Diez días después, la señora, le pidió a Natalia que dejara antes su tarea, porque recibiría visitas y no quería que nadie se enterara del proyecto de su libro. Era treinta y uno de octubre, el día del diablo, del dios pagano Samhain (día de Hallowen), para la tradición druida-celta. Sería sin duda la noche de iniciación de nuevos miembros de la secta. Natalia comunico de inmediato la novedad a Santiago.
A las once de la noche el templo de la planta baja, iluminado solamente por la luz mortecina de las velas color sangre estaba completo en la capacidad de sus largos bancos. Música suave y tenebrosa, con coros de voces que más parecían aullidos humanos y de chacales que canticos, llenaba el ambiente. Gretches con una capa y capucha negra que cubría su rostro hasta la cejas, con voz bien timbrada leía párrafos de la Biblia Satánica y elevaba sus brazos en plegaría al Rey de las Tinieblas ante un silencio religioso de sus fieles, que permanecían con sus cabezas inclinadas en señal de sumisión.
En ese momento crucial de la ceremonia, un altavoz, que retumbo como un trueno dentro del templo, pedía en nombre de la Justicia Federal que se abriera de inmediato el portón de entrada, pues había una orden de allanamiento. Kurt y Erica ladraban enloquecidos de furor. Gretches se quitó de inmediato la capa y abrió una de las ventanas asomándose por ella.
─ ¿Qué pasa?─preguntó
─ Sra. soy el comisario Menéndez de la Policía Federal, señora. Tengo una orden de allanamiento. Por favor ábrame el portón, caso contrario entraré por la fuerza.
─¿Dé qué se me acusa comisario?
─ Se enterará cuando baje y lea las ordenes que tengo en mis manos
─ Por favor deme un par de minutos, porque estaba en cama.
Dentro de la casa el pánico se había adueñado de todos los presentes. Algunos trataban de esconderse en los lugares más inverosímiles, otros de huir por los fondos. Todos los vecinos estaban en la calle mirando atónitos semejante despliegue: patrulleros, camión celular, autobomba y una ambulancia. Nunca habían visto nada igual.
Pasados unos minutos, para gran sorpresa de los curiosos la casa comenzó a arder por los cuatros costados. Sin duda un mecanismo de incendio estaba preparado para una situación de este tipo.
Gretches, apareció en la puerta como una imagen del infierno, entre el denso humo y con las llamas a su espalda, envuelta en su negra capa, el rostro demudado, sus cabellos batidos por el viento y con la Biblia Satánica en sus brazos, invocando con alaridos a Belcebú, «el Príncipe de los Demonios» y al «Señor de las Moscas», para que vinieran en su búsqueda y llevarla junto su padre: Satán. Parecía una imagen salida de las entrañas mismas del averno. A causa de las luces y sombras producidas por el incendio, los gritos de los que permanecían adentro y los reflectores policiales, todo se había transformado en una inmensa escena de horror, digna de Hollywood.
El portón fue derribado, Gretches, presa de un profundo estado de paranoia, fue envuelta en una camisa de fuerza subida a la ambulancia y trasladada de inmediato a una clínica psiquiátrica. Varias ambulancias llegaron de refuerzo, ante la posibilidad concreta de tener quemados o asfixias por el humo. La noche había sido desgarrada por el ulular de las sirenas que iban y venían de la mansión siniestra. Los bomberos por estar donde estaban, pudieron controlar el incendio, aunque más de la mitad de la mansión quedo en ruinas, lo que permitió salvar importante documentación sobre la secta y el tráfico de drogas. Unas veinte personas que se tapaban el rostro ante las cámaras de los reporteros gráficos fueron llevadas detenidas.
─Todo terminó, amor─ decía horas después, Santiago, teniendo a Natalia tomada de la mano─ y vos fuiste decisiva para concluir con esta hermandad diabólica. Estuviste en el lugar preciso en el momento adecuado. Tu curiosidad, tu valentía, todo lo que tuviste que soportar en las últimas semanas, muy pocos lo hubieran hecho.
─Todo el merito es tuyo mi “periodista estrella! Que supiste interpretar a la perfección
lo que ocurría en esa casa maldita y además de metiste en la misma boca del lobo, sin medir los riesgos, sabiendo que podrían haberte matado. ¿Una pregunta?, ¿porque estaba allí el abogado desaparecido?.
─ De acuerdo a la documentación que se pudo salvar, González Manivelli era un miembro conspicuo de la secta, una especie de gran sacerdote. Murió de un infarto cardíaco durante una ceremonia y decidieron: ocultarlo, embalsamarlo y tenerlo con ellos, como ejemplo de perpetua sumisión a Satanás. De no haber sido por lo ocurrido, jamás lo hubieran encontrado.
Cuando aparezca la información del caso en los medios de comunicación va a haber un verdadero escándalo, porque hay varias personas conocidas involucradas en la secta y por ende en el conocimiento de consumo masivo de distintos tipos de drogas
─ ¿Sabes, Santiago? por un tiempo, por un largo tiempo, no quiero hablar más de esto, ni recordar la casa de la calle Bedoya. Tengo la sensación de haber regresado de un prolongado viaje por el país de las sombras, y de la muerte
Natalia reclinó su cabeza sobre el hombro de Santiago, quien la cubrió con su brazo. Esa noche por vez primera, soñarían juntos.

sábado, 10 de diciembre de 2011

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'via Blog this'MIS PENSAMIENTOS
Pablo Alfonso 1986




Hace algunas semanas ordenando efectos personales de mi padre, fallecido en marzo de 2009, a la edad de 93 años, encontré, emocionado, una pequeña libreta en cuya tapa decía: “Mis pensamientos 1986” escrita con su armoniosa letra. Ignoraba su existencia. Jamás me había hablado de ella, pese que además de padre e hijo éramos, excelentes amigos.
Siempre tuvo inquietudes literarias y era un ávido lector. Los libros le ayudaron a sobrellevar la soledad en que lo sumió su larga viudez, soledad que se encuentra reflejada en varios de sus pensamientos, frases o aforismos, como quieran llamarle.
Decidí dar a conocer a mis lectores, alguno de ellos que me impresionaron por su profundidad y sabiduría; la sabiduría que le dio la meditación sobre los hechos cotidianos, en su longeva vida.



«Quiérete a ti mismo, tanto como te quede, después de amar a los demás»

«Cuando te despiertes en medio de la noche, no te afanes por dormir, utiliza ese tiempo para soñar»

«Mientras más medites el porqué de la vida más te acercaras al porqué de la muerte»

«La incertidumbre es la madre de todas nuestra angustias»

«Para mi alma solitaria, tienen retumbos de truenos, los gritos de mi silencio»

«El que nada tiene para “borrar” es que nada “escribió” en la vida»

«De nuestros hijos, lo único que verdaderamente nos pertenece, son sus angustias»

«Contemplando cualquier flor, detente a escuchar los mil sonidos que de ella emanan y podrás disfrutar de una hermosa melodía»

« Prefiero ver arder mi corazón en llamaradas que contemplarlo consumirse a fuego lento»

« Así como una “pizca” de sal sazona nuestro alimento, una “pizca” de amor condimentará nuestra vida»

«No te apresures jamás por concretar sentimientos, sin antes estar seguro: si son tuyos, o solamente los trajo el viento»

«En la oscuridad de la noche puedes pensar lo que quieras, pero solo toma tus resoluciones, después de que amanezca»

« Si yo tengo un mañana la esperanza también la tendrá»

«Mientras seas feliz, no hace falta que te acuerdes de mi, pero si sufres…búscame»