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viernes, 15 de julio de 2011

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GoogleLas andanzas de don Rogelio “El ciudadano”


(Presentación del personaje)


Rogelio había llegado, con más o menos “buen paso” a las ochenta y cinco primaveras, otoños o como se las quiera llamar. Jubilado, viudo desde hacía cinco años, en que se había ido la Rosinda, y solo, como gran parte de los viejos, cuando ya comienzan a ser un estorbo para quienes lo rodean.
Rogelio estaba dedicado a ser un observador de la vida en todas sus manifestaciones ¿Qué más podía hacer?, cuando dentro de él todo estaba “flojo y herrumbrado”. Tenía que cuidarse: del frío, del calor, la humedad, el viento, los mosquitos, y en realidad, de todo.
Tenía buenas relaciones, con los vecinos, con sus hijos, a los que veía bastantes poco,(siempre muy ocupados los muchachos con el trabajo, y la hija con sus críos),con algunos parientes que le “daban una vuelta”; y excelentes con su entrañable perro Canuto, que siempre estaba donde él necesitaba que estuviera. Rogelio, a menudo pensaba, que cuando se muriera uno, el otro no iba a durar mucho tiempo.
Le gustaba estar en el jardín en los días soleados; entre unos viejos rosales y algunas matas de margaritas y geranios, que cuidaba con el mismo amor que lo había hecho la Rosinda. Se sentaba a matear, con el Canuto a su lado, y a mirar pasar la vida. Muchas veces se quedaba adormilado, con la mente poblada de recuerdos y fantasmas.
Cuando alguien le preguntaba, a qué se dedicaba, además de ser un jubilado; si tenía algún trabajito extra o alguna afición, él respondía: “A ser un ciudadano”
¿Y cómo es eso don Rogelio? era la pregunta “de cajón”, infaltable.
Eso quiere decir, respondía Rogelio: buen padre, buen vecino, buen amigo, tender las manos a quien las necesite. Desde que mi santa madre me trajo al mundo, no he hecho otra cosa más que ayudar : a mis pobres viejos, a mis hermanos, a mis hijos, a la gente del barrio, hasta a los pobres animalitos que andan vagabundeando por la calle sin que nadie les tire un “güeso” ¿Le parece poco?
No don Rogelio, me parece mucho ¿Y sabe? ¡Lo felicito!
Y, felicitarme ¿Por qué?
Por ser un ciudadano, por ser el amigo, Rogelio



A continuación damos a conocer algunas de sus “andanzas” que iremos presentado periodicamente 





Rogelio y los políticos


¡Buenos días, don Rogelio!
Buenos días, doctor, ¿cómo anda?
Muy bien ¿Y usted, vecino?
¿Cómo quiere que ande?, Como jubilado pobre, nomás; en un país con muchos privilegiados.Fijesé, cuando no llego a fin de mes, que ocurre bastante seguido, y no tengo que masticar, ¿sabe qué hago? mastico bronca, que es bueno, pa´ no reventar, lo que ya es algo.
No se queje tanto, amigo, que el gobierno ha puesto en marcha diversos planes, para mejorar los ingresos de nuestra clase, pasiva, nuestros queridos abuelos, a quienes tanto….
Vamos, doctor, ¿qué me está diciendo? No estamos en época de elecciones. No me quiera meter el perro, que ya lo tengo al Canuto.
Con usted no se puede hablar, Rogelio.
Y a ustedes los políticos, no se los puede escuchar. Perdóneme el atrevimiento, doctor, pero soy un ciudadano, honesto y viejo, que tiene derecho a decir lo que siente ¿No es así, Canuto?



Rogelio en el Palacio Municipal



Entró al palacio Municipal y se dirigió resueltamente a la mesa de informes.
Buenos días, señor, vengo a hablar con el intendente.
El empleado, levantó los ojos y lo miró extrañado.
¿Tiene audiencia?
No, amigo, pero tengo paciencia y puedo esperar todo el día si es necesario.
El empleado intuyó que con ese anciano tendría problemas si perdía la calma.
Señor ¿Cual es su nombre?
Rogelio.
Rogelio, ¿es usted jubilado, verdad?
Efectivamente m´hijo, ¿a la edad que tengo que otra cosa puedo ser?, pero además tengo mi trabajo.
─ ¡Ah, sí! ¿Y de que trabaja, don Rogelio?
De ciudadano, de lo que soy ¡Un ciudadano!
Otro empleado que escuchaba la conversación, se acerco y comenzó a participar en la misma.
─ ¿Y cómo es el trabajo de ciudadano don Rogelio?
Y bueno, me ocupo de lo que otros vecinos, no se pueden ocupar, por falta de tiempo o de salud. Para el bien de todos, claro está ¿Sabe m´hijo? Yo vivo solo, es decir, no tan solo, porque lo tengo al Canuto. El Canuto es mi perro, inteligente como un cristiano.Fijesé que cuando no hay que comer le digo: “deje de pedir Canuto, que hoy no hay nada” ¿y sabe lo que hace?, se va calladito al patio, desentierra algún güeso y me mira como diciendo: “si queres te invito” le juro que a veces me hace lagrimear, el muy ladino.
Para entonces, varias personas, de las que habitualmente concurren a la municipalidad por diversos trámites, rodeaban a Rogelio.
Y como les decía, para no “estar al cuete” en casa pensando macanas, me dedico a ayudar a los que necesitan y hago reclamos en nombre de todos. Por eso digo que yo trabajo de ciudadano y que tengo todo el derecho de reclamar.
Los empleados ya lo miraban con afecto.
¿Cuáles son sus reclamos, don Rogelio?
Rogelio sacó una libreta del bolsillo.
Mire señor, son varias cosas, que hace mucho estamos pidiendo: veredas rotas, donde nos caemos los viejos. Nos quedamos muy seguido sin luz y se nos pudren las pocas cositas que tenemos en la heladera, además de noche tenemos que andar con velas y “uste” sabe que con eso se nos puede quemar todo, es muy peligroso ¡Ah! Me olvidaba, las calles tienen unos pozos barbaros. Una vez se metió en uno la rueda de un carro y tuvimos que salir todos a empujar, para ayudar al pobre matungo.
¿Se da cuenta que de verdad necesito hablar con el intendente? Ya le dije que no tengo apuro. Puedo esperar todo el día, si hace falta. La cuestión es que a uno lo escuchen ¿No le parece?
El empleado salió de su mostrador, le puso una mano sobre el hombro y le dijo:
Venga don Rogelio yo lo voy a acompañar hasta la oficina del intendente y le aseguro que hoy…lo van a escuchar.

1 comentario:

Carlos dijo...

A quien le agrade le agrade personaje, le ruego me lo haga saber, para seguir trabajando en el mismo